Restaurante de la Cofradía de Pescadores de Agaete (Gran Canaria, España)

domingo, 17 de junio de 2012

Puerto de Agaete (Gran Canaria, España)
Puerto de Agaete


Montañas de Agaete (Gran Canaria, España)
Montañas de Agaete


El Dedo de Dios
El Dedo de Dios


Muelle de Agaete
Muelle de Agaete


Restaurante de la Cofradía de Agaete (Gran Canaria, España)
Restaurante de la Cofradía


El puerto de Agaete pasa por ser uno de los más tradicionales de Gran Canaria.

A diferencia de otros como Mogán que han sido invadidos por el turismo, El Puerto de las Nieves, como se llama la población que ha crecido en torno al puerto, no ha dejado de ser el puerto de pescadores de sus orígenes y salvo los muchos restaurantes que rodean la zona de la playa y que se surten de los pescadores locales no hay muchas concesiones al modelo de crecimiento del resto de la isla.

Sólo algunos chalés y apartamentos modernos pero medianamente bien integrados en lo que es el pueblo nos recuerdan en qué sitio estamos. Agaete no es una sucesión de hoteles, resorts y alojamientos de todo pelaje como, por ejemplo, Puerto Rico.

Las incómodas playas de grava volcánica han servido para salvar al pueblo de ser un lugar más para convertirse en un lugar único. En cierto modo eso es el gran encanto del municipio de Agaete y tal vez por eso existe el dicho de "si vas a Agaete, ven y vete porque sino en el corazón se te mete".

Y por si aún os quedan dudas, esas montañas del fondo, coronadas de pino canario, y las vistas al Teide en la vecina Tenerife (hasta la cual hay un ferry que parte desde el puerto de Agaete) completan un lugar a descubrir.

Ah... y toda esta maravilla que os describo es así de interesante a pesar de haber perdido hace unos años su mayor reclamo: el Dedo de Dios (o Roque Partido). De hecho, me habían hablado mal de este sitio.

Me lo habían pintado como un sitio feo y aburrido y menos mal que no hago mucho caso de esas cosas. Agaete me pareció precioso incluso con el día así. Con sol gana muchísimo y esas montañas del fondo son acojonantes y ninguna foto les hace justicia. Y están coronadas por un bosque que me ha dolido en el alma no poder visitar.

Y si además sumamos el restaurante de la Cofradía de Pescadores y su buen hacer a los fogones ni te cuento... normalmente dejaría este post para más adelante y lo integraría en una ruta, pero hay que hacer una merecida excepción.

El sitio lo descubrí porque allí estaba Eduardo Reina, amigo de un buen amigo mío que es grancanario. Mi amigo me había insistido mucho en que fuese, hasta el punto de que no tuve más opción que ir. Y cuando digo que no tuve más opción, es que no la tuve.

Y la verdad es que la experiencia fue grata en todos los sentidos. Tanto que me arrepiento mucho de no haber hecho una foto mejor del lugar para poder enviársela o haber hecho fotos de los platos. No soy de esa clase de fotógrafos y esta vez me la he pifiado por eso.

Eduardo me sirvió un cuenco de gofio, que pasa por ser el plato nacional canario y que por las descripciones que me habían dado no me llamaba nada la atención... sólo diré que me traje un paquete de un kilo de gofio para la Península. Está riquísimo. Tengo que hacerme con la receta.

A renglón seguido me trajeron un plato de atún adobado que es un manjar de reyes y no podía dejar que se enfriase. Las hierbas que acompañan al atún le dan un toque diferente y aunque no soy muy amigo de este pescado lo cierto es que me supo a poco.

Y nada más acabar, un pescado rojo a la parrilla (no recuerdo el nombre, pero lo averiguaré) y que también estaba muy rico. La verdad es que todo estaba estupendo, y lo que se iba para las otras mesas tenía como mínimo tan buen aspecto como lo que tenía yo en mi mesa.

Y para terminar, un postre que os recomiendo que probéis: la papaya con naranja. La verdad nunca pensé que esas dos frutas fuesen tan bien juntas. Ni lo dudéis y probadlo.

Además tuve la oportunidad de ver cómo al llegar un barco a puerto fueron a ver cuáles eran las capturas que traía para comprar lo que necesitaban para el restaurante: más fresco no puede ser el producto que te sirven. Literalmente va del mar a la mesa.

Eduardo, te debo unas botellas de albariño. De casa, por supuesto.

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