Miravet, Tarragona (Cataluña)

sábado, 23 de enero de 2016

El Ebro en Miravet (Tarragona, España)
Miravet y el Ebro


Entrada de Miravet (Tarragona, Cataluña)
Entrada de Miravet


Miravet (Tarragona, Cataluña)
Miravet


Castell de Miravet (Tarragona, España)
Castell de Miravet


Castell de Miravet (Tarragona, España)
Castell de Miravet


El Ebro, el río que da nombre a la Península Ibérica, recorre muchos paisajes y lugares diferentes desde que nace en la lejana Cantabria hasta que desemboca en la provincia de Tarragona. Su historia y su curso han modelado paisajes tan distintos que parece mentira que tengan todos el mismo origen, como las Bardenas, el Delta o algunas zonas de Aragón que he visto desde un avión.

Ya os hablaré de esto con más calma cuando os hable de las Bardenas Reales de Navarra, muy lejos del río pero definitivamente formadas gracias a él.

Como introducción os diré que el Ebro era un río mucho más pequeño en el pasado que desembocaba en un mar interior que ocupaba parte de Aragón y de Navarra. Este mar interior se fue colmatando y el agua ascendiendo, hasta que consiguió abrir camino para salir de su cuenca y llegó hasta el Mediterráneo.

En su camino hubo de atravesar un pequeño macizo calizo donde se encuentra Miravet, un pueblo de origen medieval y que fue fundado por los musulmanes allá por el siglo VII, protegido por un castillo que tiene el mismo origen. Su situación, en un meandro del río, fue al mismo tiempo origen de su prosperidad y de algunas desdichas, ya que fue duramente castigado por varias guerras, como las Carlistas o la Guerra Civil de 1936-39, de cuyo paso por la población quedan como testimonio algunas casas destruidas o la restauración de la Iglesia Vieja, hoy desacralizada y utilizada como museo o sala de exposiciones. Esta iglesia fue en origen la mezquita de la Miravet musulmana

Tras la conquista cristiana Miravet fue un importante bastión de la orden de los templarios, que reformaron profundamente el castillo musulmán que recibieron, convirtiéndolo en una especie de castillo-monasterio. Hoy en día el Castell de Miravet es uno de sus posesiones mejor conservadas, y la segunda más importante tras el Castillo de Loarre en Huesca. Se encuentra coronando el pueblo y tiene unas vistas espectaculares del Ebro. Aunque tiene aparcamiento propio recomiendo dejar el coche al lado del río y ascender por las calles y callejuelas de Miravet y luego seguir por el sendero que une el casco urbano con la entrada del castillo.

El castillo puede ser visitado (yo no pude: llegué tras la hora de cierre) y por lo que dice en la wikipedia la restauración se ha hecho de forma chapucera y descuidada. Avisados quedáis.

Otros edificios de interés son la atarazana, donde se mantenían las barcas del río, los llaguts, o su molino de aceite, tan importante en estas tierras.

El casco antiguo de Miravet, el Cap de la Vila, se asienta, como podéis ver en las fotos, en las laderas del risco que conduce al castillo, así que las calles son bastante angostas y empinadas y para evitar problemas son pocos los coches que suben por ellas. Sólo las de los vecinos que viven en la parte más alta.

Esta peculiar ubicación hace que en algunos casos hayan tenido que tomarse algunas decisiones ingeniosas a la hora de construir las casas y las calles, como un edificio que en su parte de abajo es como una calle, pero intransitable, pero cuya función primordial es dejar libre el cauce de un torrente, de forma que las aguas pasen limpiamente y acaben en la siguiente calle, que las conduce hasta donde puedan unirse al río.

Otra cosa que me llamó la atención fue ver fotos clásicas de edificios tradicionales colgadas por las calles. Lamentablemente no pensaron en los visitantes que no entendemos bien el catalán y me perdí parte de lo que contaban. Una lástima.

Y un último atractivo de la villa, que dejo para el final porque no pude verlo, es uno de los últimos transbordadores de España donde se depende exclusivamente de la pericia del barquero. No tengo ni idea de si sigue en servicio o su horario se había terminado cuando pasé por allí, o no funcionaba ese día de la semana.

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